Según la Real Academia Española,
Aceptar es definido de la siguiente manera:
(Del lat. acceptāre 'recibir').
Recibir voluntariamente o sin oposición lo que se da, ofrece o encarga. Aprobar, dar por bueno, acceder a algo. Recibir o dar entrada...
Resignación es definido así:
(Del lat. resignāre, entregar, devolver).
Entrega voluntaria que alguien hace de sí poniéndose en las manos y voluntad de otra persona. Conformidad, tolerancia y paciencia en las adversidades...
Del latin: ¿Recibir VS Devolver,
Entregar?
Luego están las definiciones que
cada cual quiere darle a ambos conceptos. En esta ocasión voy a hacer mi propia
definición encarando la acción de aceptar contra la acción de resignarse.
En la acción de aceptar hay un
movimiento de la voluntad que se dirige hacía lo que se acepta de una manera
abierta, recibiendo, tomando, asumiendo, asimilando, haciendo suyo algo que hasta
entonces no le pertenecía, le quedaba extraño, lejos e inconcebible.
La acción de aceptar te mueve
hacia algo nuevo. Cuando integras aquello que aceptas pasa a formar parte de ti
y tú empiezas a reconocerlo en ti, por lo que esa proximidad disipa cualquier
temor, miedo o dolor que precediera tal movimiento.
Aceptar es dar por bueno. Cuando
damos por bueno, reconocemos que es un beneficio para nosotros y para aquello
que es aceptado, ya sea una circunstancia, una enfermedad, una persona, un
aspecto de la personalidad de otros o de nosotros mismos, …
Cuando aceptamos, lo hacemos amablemente
y damos espacio para que esto sea y ocupe su lugar en nuestra conciencia.
La aceptación es un premio. Cada vez
que aceptamos subimos un peldaño en la escala de comprensión y crecemos como personas
conscientes.
VS
La acción de resignarse nos recuerda
la imagen de una derrota. Me imagino a un general rindiéndose ante el enemigo, humillado,
avergonzado, entregando las armas, y en su mente, empezando a maquinar la estratégica
para su venganza, para la reconquista de lo perdido.
Lejos de especular
peyorativamente sobre la Resignación quiero darle a está un lugar honorífico en
mi consciencia.
Hay momentos, situaciones en la
vida en las que seguir luchando se vuelve insostenible, ya sea por falta de
recursos, por desgaste emocional o físico, por fragilidad, por falta de tiempo,
… Aun así nuestra mirada sigue enfocada en nuestro objetivo, en nuestro ideal,
en ese destino que deseamos con tanta fuerza,… Sin embargo no podemos seguir luchando
por ello. Sentimos que seguir en ese proceso nos debilita y entonces, miramos
nuestro objetivo con tristeza, lo miramos y volvemos a mirar con la cabeza
gacha, sintiendo en nuestro interior pizcas de vergüenza, impotencia y rabia.
No podemos cambiar la situación, no está en nuestras manos. Lo que nos separa
de nuestro anhelo es más fuerte que nosotros. Y ante la supuesta majestuosidad
del adversario nos rendimos ante ella y le entregamos la fuerza, el lugar que demanda,
y el poder de someternos junto con nuestra ilusión, nuestra plenitud, nuestra
felicidad. Sentimientos que se han ido con aquello que hemos devuelto.
Por poner algún ejemplo:
Cada día me resigno a tomar café
con mi vecina y escuchar sus interminables quejas renunciando a mi deseo de
estar en paz leyendo un libro en casa.
He tenido que aceptar un puesto
de administrativo cuando estaba buscando algo de mi categoría.
Resignarse, a mi manera de entender,
es una entrega, a pesar nuestro, de nuestros deseos y de nuestra autenticidad a
la suerte de las circunstancias.
¿Cuál es el beneficio de la
resignación? Descansar, recuperar fuerzas, elaborar nuevas estrategias,
beneficiar a otro.
¿Cuáles son sus peligros? Acomodarse
en la incomodidad, perderse a sí mismo, perder
la fuerza, …
Resignarse conlleva la
responsabilidad de asumir las consecuencias de esa resignación.
En ambos casos hay un movimiento respetable
y honorable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y tú qué opinas?