jueves, 26 de abril de 2012

LA VISIÓN SISTÉMICA


Es fácil constatar que todos y cada uno de nosotros formamos parte de diferentes sistemas. Por ejemplo, sistema familiar, profesional, social, comunidad de vecinos, ciudad, país, … Si nos detenemos a repasar todos los sistemas en los que nos involucramos, observamos que estamos conectados a una red infinita de sistemas.

Con esta obviedad podemos darnos cuenta de que no somos un elemento aislado, aún cuando así lo percibamos en nuestro día a día.  Desde nuestra individualidad, nuestras acciones y no acciones, inciden en el funcionamiento de los sistemas a los que pertenecemos. 

Por ejemplo, uno mismo, como individuo, contiene múltiples sistemas (Sist. Respiratorio, Sist. Digestivo, Sist. Nervioso,…) actuando con un objetivo en común: asistir nuestro “cuerpo-vehículo”,  nuestro “sistema individual”.

Sabemos que cada sistema interno realiza una función específica: digerir alimentos, asimilar nutrientes, eliminar toxinas, ... Nuestro cuerpo contiene sus grupos de trabajo ocupando el lugar más adecuado y soportando el nivel de tensión que le corresponde a su actividad. Desde los sistemas más elementales como podrían ser los conjuntos de biomoléculas hasta los sistemas más conocidos, como podría ser el Sist. Nervioso, todos ellos, en equilibrio y en perfecto orden, se relacionan entre sí para cumplir el objetivo principal en el sistema del ser humano: hacer que la vida sea posible en nuestro cuerpo.

Así pues, un sistema es un conjunto de elementos relacionados entre sí para un objetivo común.

Un equipo de futbol es un sistema de diferentes elementos, jugadores, entrenadores, asistentes, … relacionados entre sí para participar en competiciones futbolísticas. Cada uno de estos elementos tiene su propia función e interactúan de forma equilibrada y ordenada, soportando cada uno de ellos su propia responsabilidad en el puesto que ocupan para cumplir con el objetivo común del equipo.

¿En qué nos es útil la Visión Sistémica?

La Visón Sistémica está teniendo especial relevancia en el marco de las organizaciones. Más adelante, hablaremos de cómo la Sistémica consigue reducir el sobre-esfuerzo y el sobre-estrés que sufren las empresas y los grupos de trabajo para conseguir sus objetivos. 

Ahora quiero dirigir vuestra atención hacia cómo la Visión Sistémica consigue liderar la resolución de conflictos personales.

Sea cual sea el escenario en el que se esté expresando un “conflicto personal”, este conflicto repercute en el conjunto de los elementos que forman parte de ese mismo escenario.

Frente a un cambio de rumbo en nuestra vida, trascendente o intrascendente, frente a una toma de decisiones, frente a un deseo de mejorar una situación en concreto, una reconciliación con un familiar, con un amigo, frente a una situación embarazosa que arde por ser resuelta, ante una encrucijada, nos enfrentamos a un movimiento que, de alguna manera, en un grado u otro, incide en el resto de los elementos que forman parte del sistema que contiene ese conflicto.

La Visión Sistémica nos ofrece la posibilidad de alejarnos de la visión individual de las cuestiones que deseamos abordar para ampliarla de forma que podamos ser conscientes del entramado de elementos que actúan o no actúan en esa cuestión.

Este movimiento nos permite recibir una información relevante, tanto de las personas y elementos que forman parte activa o pasiva de nuestro sistema como de nosotros mismos, frente a este mismo sistema. Nos permite ser más conscientes del orden que impera o del caos que sufre. Desde esta información somos más capaces de elaborar mejores estrategias para resolver aquello que queremos enfrentar.

Por ejemplo, tomamos el caso de una persona que desea mudarse a un nuevo hogar. En primer lugar, debemos reconocer qué sistemas están afectados con este movimiento: ej. Sist. familiar; nuestro propio sistema personal; salud; bienestar…

La Visión Sistémica tendrá en cuenta cómo se colocan los diferentes elementos frente a esta decisión, qué carga de tensión soportan, si ésta aumenta, disminuye o si fluye equilibradamente. Veremos si el lugar que ocupan en las “nuevas opciones de hogar” es el que les corresponde, si les permite seguir realizando su actividad propia en el sistema, si la relación e intercambio entre los demás elementos es posible y equilibrado y finalmente, si el objetivo común del sistema es reforzado o debilitado. 

De esta forma, el impacto de nuestras decisiones y acciones es ordenado y ecológico para uno mismo, para cada uno de los integrantes del sistema y para el sistema en particular.