Es fácil constatar que todos y
cada uno de nosotros formamos parte de diferentes sistemas. Por ejemplo, sistema
familiar, profesional, social, comunidad de vecinos, ciudad, país, … Si nos
detenemos a repasar todos los sistemas en los que nos involucramos, observamos
que estamos conectados a una red infinita de sistemas.
Con esta obviedad podemos darnos
cuenta de que no somos un elemento aislado, aún cuando así lo percibamos en
nuestro día a día. Desde nuestra
individualidad, nuestras acciones y no acciones, inciden en el funcionamiento de los sistemas a los que pertenecemos.
Por ejemplo, uno mismo, como
individuo, contiene múltiples sistemas (Sist. Respiratorio, Sist. Digestivo, Sist.
Nervioso,…) actuando con un objetivo en común: asistir nuestro “cuerpo-vehículo”,
nuestro “sistema individual”.
Sabemos que cada sistema interno realiza
una función específica: digerir alimentos, asimilar nutrientes, eliminar
toxinas, ... Nuestro cuerpo contiene sus grupos de trabajo ocupando el lugar
más adecuado y soportando el nivel de tensión que le corresponde a su actividad.
Desde los sistemas más elementales como podrían ser los conjuntos de
biomoléculas hasta los sistemas más conocidos, como podría ser el Sist. Nervioso,
todos ellos, en equilibrio y en perfecto orden, se relacionan entre sí para cumplir
el objetivo principal en el sistema del ser humano: hacer que la vida sea
posible en nuestro cuerpo.
Así pues, un sistema es un
conjunto de elementos relacionados entre sí para un objetivo común.
Un equipo de futbol es un sistema
de diferentes elementos, jugadores, entrenadores, asistentes, … relacionados
entre sí para participar en competiciones futbolísticas. Cada uno de estos
elementos tiene su propia función e interactúan de forma equilibrada y
ordenada, soportando cada uno de
ellos su propia responsabilidad en
el puesto que ocupan para cumplir con el objetivo común del equipo.
¿En qué nos es útil la Visión Sistémica?
La Visón Sistémica está teniendo
especial relevancia en el marco de las organizaciones. Más adelante, hablaremos
de cómo la Sistémica consigue reducir el sobre-esfuerzo y el sobre-estrés que
sufren las empresas y los grupos de trabajo para conseguir sus objetivos.
Ahora quiero dirigir vuestra
atención hacia cómo la Visión Sistémica consigue liderar la resolución de
conflictos personales.
Sea cual sea el escenario en el
que se esté expresando un “conflicto personal”, este conflicto repercute en el
conjunto de los elementos que forman parte de ese mismo escenario.
Frente a un cambio de rumbo en
nuestra vida, trascendente o intrascendente, frente a una toma de decisiones,
frente a un deseo de mejorar una situación en concreto, una reconciliación con
un familiar, con un amigo, frente a una situación embarazosa que arde por ser
resuelta, ante una encrucijada, nos enfrentamos a un movimiento que, de alguna
manera, en un grado u otro, incide en el resto de los elementos que forman
parte del sistema que contiene ese conflicto.
La Visión Sistémica nos ofrece la
posibilidad de alejarnos de la visión individual de las cuestiones que deseamos
abordar para ampliarla de forma que podamos ser conscientes del entramado de
elementos que actúan o no actúan en esa cuestión.
Este movimiento nos permite
recibir una información relevante, tanto de las personas y elementos que forman
parte activa o pasiva de nuestro sistema como de nosotros mismos, frente a este
mismo sistema. Nos permite ser más conscientes del orden que impera o del caos
que sufre. Desde esta información somos más capaces de elaborar mejores
estrategias para resolver aquello que queremos enfrentar.
Por ejemplo, tomamos el caso de
una persona que desea mudarse a un nuevo hogar. En primer lugar, debemos
reconocer qué sistemas están afectados con este movimiento: ej. Sist. familiar; nuestro
propio sistema personal; salud; bienestar…
La Visión Sistémica tendrá en
cuenta cómo se colocan los diferentes elementos frente a esta decisión, qué
carga de tensión soportan, si ésta aumenta, disminuye o si fluye
equilibradamente. Veremos si el lugar que ocupan en las “nuevas opciones de
hogar” es el que les corresponde, si les permite seguir realizando su actividad
propia en el sistema, si la relación e intercambio entre los demás elementos es
posible y equilibrado y finalmente, si el objetivo común del sistema es
reforzado o debilitado.
De esta forma,
el impacto de nuestras decisiones y acciones es ordenado y ecológico para uno
mismo, para cada uno de los integrantes del sistema y para el sistema en particular.